Pasado el fin de semana deportivo, con handball a pleno, les envío mi reseña del Super4 Cadetas.
Ferro estuvo presente con cadetas y juveniles. Nos amargamos por la derrota de las cadetas, y festejamos por el triunfo de las juveniles. Rescato más allá del juego, de las lágrimas y de las sonrisas, el grupo humano.
Soy hincha incondicional de Ferro, y a veces pierdo la objetividad.
Queda el torneo Amistad, y un cierre de año 2007, con el deseo de reencontrarnos en el 2008 con el Handball de Ferro.
CIDECO (22) – FERRO (17)
Ailin B. (-), Ailin C. (-), Carolina (4), Daniela (3), Florencia (-), Gianina (-), Josefina (-), Luciana (-), Marianela (-), Nadia (5), Nur (-), Paula (3), Pilar (-), Sofía R. (2).
Parcial (9-10)
Sofía T. estuvo ausente, el día anterior había festejado su cumpleaños de 15.
Vanina, desde la tribuna, estuvo alentando a sus compañeras, esperamos ansiosos que en el 2008, vuelva a la cancha.
DON BOSCO (27) – FERRO (18)
Ailin B. (a), Ailin C. (-), Carolina (-), Daniela (3), Florencia (-), Gianina (-), Josefina (-), Luciana (-), Marianela (6), Nadia (5), Nur (-), Paula (4), Pilar (-), Sofía R. (-).
Parcial (13-9)
Sofía T. en la tribuna, alentó a sus compañeras.
Esta historia, ya se las conté, la reitero, porque ustedes cadetas 07, son así.
Cuando logran vencer las cadenas y juegan partidos con total convicción son imparables.
Cuando se deprimen, y no se tienen confianza, se pierden partidos increíbles.
Llegaron al Super4, gracias al esfuerzo de todas. Fue la meta, al inicio del torneo Clausura, y lo lograron.
Los resultados del fin de semana, no fueron favorables.
Me quedo con el equipo que demostraron ser en el primer tiempo con Cideco.
A los 5’ de iniciado ese partido perdían 6-1, y el primer tiempo terminó 9-10. Si, en 20’ hicieron un parcial de 3-9, eran una locomotora. Nos ilusionamos, no pudo ser.
Volvieron a aferrarse a las cadenas, no se tuvieron confianza, y se entregaron.
De este fin de semana a puro handball, destaco del equipo de cadetas 07, la unión dentro y fuera de la cancha.
Son un equipo de compañeras de juego y de amigas, que a pesar de las derrotas deportivas, comparten grandes triunfos.
Las invito nuevamente a reflexionar
"El Elefante Encadenado"
Durante la función del circo, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver a la pista, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera clavado en el suelo, apenas enterrado unos centímetros en la tierra, y aunque la cadena era gruesa y poderosa, parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente:
¿Qué lo mantiene entonces?
¿Por qué no huye?
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca muy parecida desde que era muy pequeño.
De pequeño el elefantito empujó y tiró, sudaba tratando de soltarse, y a pesar de todo su esfuerzo, no podía. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Se dormía agotado y al día siguiente volvía a intentarlo y también al otro, y al siguiente.
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo, no escapa porque cree que NO PUEDE.
El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.
Y así es, todos somos un poco, como ese elefante del circo, vamos por la vida atados a cientos de estacas que nos restan libertad.
Vivimos creyendo que un montón de cosas no podemos, simplemente porque alguna vez en el pasado probamos y no pudimos.
Muchas veces transitamos el camino de la vida con percepciones erróneas acerca de lo que somos capaces de realizar. Nos apropiamos del NO PUEDO y hacemos lo mismo que el elefante. Si una vez lo intentamos y no logramos obtener aquello que queríamos, entonces, nunca podremos.
Encadenamos nuestra experiencia y nos autocensuramos. Permanentemente debemos tener presente que nunca es demasiado tarde si decidimos arriesgarnos y correr nuevos desafíos.