De 7 METROS.
Rusia-Dinamarca, en Beijing 2008.
Rusia dominó el juego durante todo el encuentro, llegando a estar 22:19 arriba a falta de ocho minutos.
Mikkel Hansen y Jesper Jensen se pusieron el equipo al hombro y lograron, de la mano del primero, empatar las acciones en 23 con un minuto y medio por jugar.
Vasily Filippov adelantó a los rusos, pero Joachim Boldsen, que había entrado en reemplazo del arquero para tener siete atacantes, igualó el marcador.
Cuando quiso volver al cambio, Boldsen se resbaló y Rusia tuvo la chance de lanzar sin arquero rival. Alexander Chernoivanov fue el que lanzó de más de 15 metros y la pelota... se fue por arriba del travesaño. Increíble.
Dinamarca buscó otro lanzamiento, pero una falta no lo permitió. Quedaba un tiro libre, sin tiempo por jugar, desde la posición del extremo izquierdo. Un tiro imposible.
La pelota, y la responsabilidad, la tomó Hansen. Desde ese lugar incomodísimo, el lateral izquierdo inventó un balazo que se clavó en el mismísimo angulo superior izquierdo de Oleg Grams, que había tenido un gran partido en la valla rusa.
El gol desató la locura de los daneses, que lograron un triunfo impensado, más aún por cómo se dio.