Hace unas horas participe de una reunion en la Sede de Ferro entre padres y jugadores del Handball de Ferro y el renunciante integrante del Organo Fiduciario Sr. Patricio Igarzabal, donde se intento analizar el presente y futuro de la actividad.
Una utopia.
La sensación, angustiante, es que al duro presente solo le espera un futuro imposible. Pero no del handball, sino de Ferro Carril Oeste.
Resalto y valoro la actitud de Igarzabal de dar la cara, pero sus explicaciones fueron vanas, sus argumentos fueron sabidos, conocidos, esperables.
El OF, tan criticado por lo que pude ver en todos lados, carece de argumentos, o lo que es peor, de ideas para revertir la situacion. Una situacion difícil, aun oyendola desde el optimismo de Igarzabal.
Personalmente entendi el siguiente mensaje del OF: que los deportes federados de Ferro Carril Oeste existen gracias a las actividades extardeportivas y a traves de ellas de los aportes economicos de los padres. Que conocen la movida de cada activad para existir, y “felicitan” por ello a los padres que colaboran….PERO que no pueden hacer nada para modificar esta situacion. Reconocen que el club cada vez aporta menos a estas actividades, PERO que la situacion no va a cambiar (para bien). Que la semana proxima el club abonara el mes de Agosto a los profesores de todas las actividades (gracias a la liberación de mas efectivo de la venta de Fazio), PERO después de esto no habra mas pagos programados en el mediano plazo(lo que hara que en 10 dias los profesores esten nuevamente con dos meses adeudados).
Y tambien sembro un manto de dudas sobre las verdaderas intenciones de las medidas tomadas por los profesores de las distintas actividades, sosteniendo la existencia de una movida politica para generar la idea que el club esta “en llamas”.
Yo diria que en llamas no, a la deriva me parece mas acertado.
Y como dijo una mama el Miércoles por la noche en el PLAYON, tal vez haya que ver mas alla del handball porque lo que esta en riesgo es el club Ferro Carril Oeste.
J.M.Suhilar.
Autores: Mariana Nuñez y Jose Maria Suhilar.
